Al conocerse la noticia, Çavusoglu escribió en su cuenta oficial de Twitter que "no se puede aceptar la declaración del Papa" ya que "dista de la verdad histórica y jurídica". "Los espacios religiosos no son lugares para incitar al odio y rencor con acusaciones infundadas", agregó el Canciller.
Antes de proclamar Doctor de la Iglesia al clérigo y filósofo armenio San Gregorio de Narek, Francisco dijo: "Quiera Dios que los pueblos de Armenia y Turquía retomen el camino de la reconciliación y la paz también pueda brotar en Nagorno Karabaj".
"A pesar de los conflictos y tensiones, los armenios y turcos han vivido largos períodos de coexistencia pacífica en el pasado y, aun en medio de la violencia, se han vivido momentos de solidaridad y ayuda mutua. Sólo de esta manera se nuevas generaciones abrirse a un futuro mejor y tendrán el sacrificio de tantos convertido semillas de justicia y paz", añadió el Sumo Pontífice.
"Es la responsabilidad no sólo del pueblo armenio y de la Iglesia universal recordar todo lo que ocurrió, sino de toda la familia humana, de modo que las advertencias de esta tragedia nos protejan de caer en un horror similar, que ofende a Dios y a la dignidad humana", manifestó Francisco.
"Hoy también, de hecho, estos conflictos a veces degeneran en violencia injustificable", continuó, "provocada por diferencias étnicas y religiosas". "Todos los jefes de Estado y las organizaciones internacionales están llamados a oponerse a este tipo de delitos con un firme sentido del deber, sin ceder a la ambigüedad o el compromiso", finalizó Francisco.
"Estamos viviendo una suerte de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva del silencio cómplice", había dicho Francisco durante la apertura de la misa. "Esconder o negar el mal", subrayó el Sumo Pontífice, "es como que una herida continúe sangrando sin medicarla". Luego de la misa, el Papa Francisco se reunió con el presidente de Armenia Serzh Sargsián en una audiencia privada.
