El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, había declarado previamente que "cualquiera que sea la decisión que adopte el Parlamento Europeo sobre los reclamos por el Genocidio Armenio, me entrará por un oído y saldrá por el otro, porque no es posible que Turquía acepte tal crimen". Además, afirmó que su gobierno actúa con "generosidad al no deportar a los 100.000 inmigrantes indocumentados, aunque podría hacerlo si quisiera". Horas atrás, el Primer Ministro, Ahmet Davutoglu acusó al Papa Francisco de "unirse a una conspiración" de un "frente maligno" contra el partido oficialista Justicia y Desarrollo por haber reconocido el Genocidio Armenio.
En la resolución, se recuerda el reconocimiento del Genocidio Armenio por parte del Parlamento Europeo el 18 de junio de 1987, "como se define en la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, de 1948". Además de subrayar "que la prevención oportuna y efectiva sanción de genocidios y crímenes de lesa humanidad deben ser una de las principales prioridades de la comunidad internacional y la Unión Europea", pidieron la normalización de las relaciones entre Armenia y Turquía mediante el "establecimiento de relaciones diplomáticas" y "la apertura de la frontera". También se recibió "con beneplácito" las condolencias de Erdogan y Davutoglu del año anterior, considerándolas "un paso en la dirección correcta".
El eurodiputado italiano, Ignazio Corrao, dijo que "el enfoque de Erdogan es fascista. No le puede hablar así al Papa", en relación con la declaración previa del Presidente turco acerca de que Francisco decía "estupideces". En ese sentido, la parlamentaria Silvia Costa "condenó" las palabras de Erdogan, mientras que Laura Agea indicó que "el primer acto de genocidio es la demonización de las víctimas, el último acto es la negación".
